
“Como explicar lo que has dado a mi vida en tan poco tiempo. Impredecible, inexplicable fue tu llegada y mi corazón sorprendido no hizo mas que sucumbir absorto ante tu belleza. ¿En que punto transformaste el horizonte? ¿En que momento la atracción se transformó en necesidad? Incompleto, absurdo y perdido, asi era yo antes que me regalaras la primera mirada y fue entonces cuando finalmente comprendí que, despues de todo, y aunque el mundo vaya de cabeza, talvez los angeles, habitantes del cielo, sean tan reales como las nubes y que Dios, usando de su misericordia, haya enviado a uno de ellos para soplar dentro de mi boca ese hálito de vida y asi seguir adelante, porque, pensando en ti, la ilusión me lleva allá donde termina el pensamiento y el único límite palpable se encuentra tan lejos como aquella estrella que se confunde con tus labios cada vez que sonries y me invita a perderme en el mar vespertino y otoñal de tus ojos a donde solo llega tu canto de sirena. No quiero ser un cazador y matar el sentimiento, de pronto quisiera ser cazado por la dulzura que desprende tu aroma y llevado hacia aquel lugar en donde la fantasía dicta el destino eterno de sus hijos, quiero dejarte volar libre por el cielo azul, soportando el miedo a perderte y transformandolo en un anhelo capaz de competir con el faro que saluda al naúfrago extraviado y esperar que regreses libremente a mi lado para llevarme en tus alas. Porque tu y yo, tu y yo no tendríamos límite, te llevaría de la mano a la bóveda sideral para juntar los puntos de las constelaciones, apresuraría el paso para pegar las facciones de la corona boreal y colocarla en tu cabeza y tu vestido resplandecería como la via láctea. Regresa, regresa y llévame a caminar descalzo por la arena para juntar tus huellas con las mías, para comprobarle a la eternidad de una vez por todas que mi alma esta hecha de una sustancia ingrávida fabricada con los sueños en donde reinas, para librarte de las caídas, para que el fuego no te queme, para que el agua no te ahogue, para que los demas elementos no traicionen, para que la muerte no te alcance.”