
Y aunque sé que mi barca precipitará inevitablemente en el vació del fracaso, continúo remando contra la corriente esperando que tu corazón me arroje un salvavidas.
Por eso mi alma se asemejá a la de un trapecista, lanzándose hacia un precipicio para encontrar una ovación despues del riesgo, o la muerte por haberse atrevido a volar.
Mientras voy cayendo cierro los ojos y maldigo mi suerte a la vez que bendigo el día en que cruzaste tu mirada con la mía y me diste la capacidad, tan solo, por un momento, indescriptible e inexplicable, fugaz y efímero, de cruzar el cielo como las aves para encontrarme con el sol de tu ternura”
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