
Hoy desperté anhelando la primicia de tus ojos otoñales y al aguzar la vista, me dí cuenta que era el sol que aparecía imponente por la ventanta. El sol, tan solo el sol. De nada sirve el sol si no eres Tú.
Hoy me sorprendió tu silueta taciturna al aroma del café de la mañana y al aguzar la vista, me descubrí solo e incompleto, solo e imperfecto. Humanidad y llana imperfección. De nada sirve mi humanidad si no estas Tú.
Con el paso del día el corazón se figuró sobrecogido por el sonido de tu voz autora de tantos sueños y al aguzar el oído supe que tan solo era el sonido del manantial que corre en mis venas desde que Tú, dueña de mis ilusiones, dominas mi alma cúal reina a sus vasallos.
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